Va una señora a una foto y le entregan este premio: le dan el TP del ahorro. Premian con metacrilato el saber ahorrar, premian el untar de dedos. Es importante insistir en este punto: no basta con ser austeros, también hay que escenificar esa austeridad, gesticularla, y de ahí el galardón, el más prestigioso de toda la escena española del ahorro. Saldremos de ésta que está cayendo haciendo una y otra vez el gesto de ahorrar, untando sin miedo.
Mucho se ha hablado de la paradoja implicada en este gesto: al frotar las yemas se desprenden pellejos, minúsculos píxels de piel muerta, más si no la tenemos bien hidratada: apostando por no perder, irónicamente, nos descamamos. Pero deshacerse de esas pieles también es, en cierto modo, una regeneración: ¡debajo de la piel siempre hay más piel! Con lo que, a fin de cuentas, la jugada acaba saliendo redonda.
Híncale bien el diente al melocotón del ahorro: la carne es melocotón jugoso, ¡pero la monda es piel humana!