martes, 5 de junio de 2012

El Dios del ahorro infinito



 Estoy promocionando mi último libro en la eurozona y os quería comentar que Europa es un continente asolado por el Dios del ahorro infinito. Exterminó sus rebaños y arrasó sus ciudades. «Un momento. ¿Un Dios ahorrador? ¿Pero Dios no era, precisamente, la antítesis absoluta del ahorrar? ¿No era puro desprendimiento, dar absoluto? O eso creía yo. Fue, por ejemplo, Dios quien tuvo la iniciativa de apostar por el algo (el mundo como sistema de pufs) cuando podía perfectamente no haber nada (es cierto que, aunque no hubiera creado el universo, Dios en todo caso sí habría estado, es decir que, estrictamente hablando, la nada pura nunca fue una opción, algo siempre habría habido, pero ya sabes a lo que me refiero). Entiendo que, de poder atribuírsele el ahorrar, debería atribuírsele en grado sumo, infinito, como hacían los teólogos medievales (por ej., de "Dios es lento" se deduciría analíticamente que es "infinitamente lento", es decir que no se mueve, no es necesario, ya está en todas partes). En ese sentido, no tengo nada que objetar al "...del ahorro infinito". Lo que no acabo de entender es el atributo del ahorro. Creo que ya ha quedado clara mi posición con respecto a lo que acabas de decir en tu blog».


 Sin embargo, es lo que he visto en mi gira promocional en la Zona Euro, un arrecife de ahorro puro, y Dios ahí en medio, ahorrando con violencia. El trono de Dios está en Berlín y los párpados son como labios de ojo y a veces asoman lengüecitas como de perro cansado, ya sabes, lenguas como de corcho de perro acalorado. ¡Soy columnista en el New York Times!


 Europa se encuentra actualmente en la situación de alguien que sin tener dedos pretende hacer el gesto de ahorrar, ese untar de yemas tan característico de las jóvenes parejas. Tal vez ese tullido haya perdido los dedos de tanto frotarlos los unos contra los otros (como todos sabemos, al hacer el gesto de ahorrar perdemos partículas de piel, y a la larga termina desgastándose por completo la pulpa de los dedos, la mano se queda en los huesos, jejejeje, seguro que eso le gustaría al perro de antes). Quizá Europa haya ahorrado tanto que ya no le quedan dedos para seguir haciendo el gesto de ahorrar.


 Es hora de que Angela Merkel haga algo. ¿Por qué hay algo en vez de nada? Porque Dios no ahorró en entes. Es hora de lapidar con monedas al Dios del ahorro infinito. Con monedas de dos euros. Es hora de reinstaurar en su trono al otro Dios, al generoso de la Biblia que leíamos de pequeños. El de las monedas de dos euros. Europa necesita dedos. Tiene que invertir en lo público para tener dedos. Luego ya veremos si puede hacer el gesto de las yemas. Por si no habéis entendido la metáfora: renunciar a la austeridad, jejejeje, políticas de crecimiento, etc., y luego ya si eso, etc.

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